
Carta del Director: Volver a tu Romería
Apenas las penas que afligen han pasado, y ya nos dicen, que nuestra pena condenatoria es, otro año, rehacer un domingo que destruye la pasión convencida de tu gloria. Nos quieres y nos proteges y, por todo ello, en nuestros dejes y dudas, nuestro corazón se desnuda para otorgarte lo que toda nuestra bondad otorga y que es una humilde parte del infinito que mereces.
Siempre es demasiado tiempo sin las Bombas Reales que nos ponen caminito del Santuario y de ahí, a la Ermita que es un templo en medio de un paisaje que rescata lo natural de San Lorenzo, lo natural que es San Lorenzo, lo que es, en resumidas cuentas, San Lorenzo. Peregrinar por la Cuesta de los Pastores con velas, alumbrando la vida, anunciando el amanecer, escuchando los cánticos entre los que predominan las voces de ellas…
Una misa al alba, un sonido de cencerros de bueyes, un momento de esperanza. Son los recuerdos de una vida. Son los recuerdos de mi ser. De ir acompañado de mis cuatro abuelos, Loli, Felipe, Tere y Alejandro, siendo un mico, y de pensar hoy que solo la primera me podría acompañar. Pero más bien la vida, y su pasar, hace que el juego sea al revés: yo tendría que acompañarla a ella.
Lo haré. Lo haremos, abuela, el año próximo. Porque la situación lo merece y porque tú me enseñaste a ser y a hacer eso. Vosotros. Mañanas intensas, con bocadillos de tortilla francesa, anticipaban unos días de felicidad mientras cargábamos los coches de viandas y sueños. Muchos de los grandes padres se nos han ido, pero siguen, en el trastero, sus neveritas naranjas.
La mía con la Romería, es la historia de una vida que es la vida de cualquiera que sea de San Lorenzo de El Escorial. Y de San Lorenzo de El Escorial no solo se es, sino que se encuentra uno siendo. Por eso, las maneras de vivirla giran en torno a lo que cada uno quiere porque el pueblo es el pueblo.
Aquí no se pregunta de dónde vienes.
Se da la bienvenida.
Aquí no se pregunta qué opinas.
Se escucha.
Aquí no se cuestiona porqué estás en San Lorenzo.
Se tiende la mano bajo un, ¿qué necesitas?
Aquí, además de nacer…
se pace.
Somos creyentes furibundos, somos quienes acuden a misa solo en celebraciones, somos ateos redomados. Somos la generación que corría por las calles pegando balonazos en Las Casillas y un grupo de youtubers de El Zaburdón. Somos el pitido de un coche en la calle Las Pozas, el ruido de un autobús de Herranz cerrando las puertas o Guillermo del Campo gritando el nombre de tu peña. Somos nuestra memoria.
Somos demasiado distintos que es la definición de que somos realmente únicos. Por eso marcamos goles en la Unión Deportiva San Lorenzo o en el Castilla, desayunamos en Paco Pastel o El Rumbón, crecimos en Los Alamillos o en El Rosario, preferimos los picatostes de El Miranda o los de Del Arte, estudiamos en las Conchas, los Agustinos, el Grupo, el Antoniorrobles o las Carmelitas pero ayudamos, siempre, a un abuelo a cruzar la calle. Ayer, hoy, mañana y siempre.
Somos San Lorenzo de El Escorial. Ni más, ni menos. Pero, sobre todo, no menos. El «¡Viva la Virgen de Gracia!» es un éxito asegurado si se quiere tener repercusión sea donde sea. Sentimos porque somos y somos porque sentimos. El orgullo gurriato es saber que, cuando llegas a los mejores paisajes del mundo, te falta de fondo el Monasterio.
Para orgullo, los guerreros del bienestar que nos otorga la vida. Ahora que no nos lee nadie: nada es tan importante como para dejar de hablar a alguien. Porque luego se van. Así se ha creado un ejército allá en el cielo de los fieles; fieles, a nuestra Virgen de Gracia que hoy estarán también siendo porque «somos lo que somos, porque fuimos lo que fuimos».
¡Cuánta gente arremolinada en sentires! ¿eh? Tan lejos y tan cerca, tan normal, y tan extraño. Hoy no nos partimos la camisa sino partimos los pesares y los enfrentamientos porque la reina del pueblo así lo querría. Por ella, por nosotros, por los del cielo…
«Virgen de Gracia te pido,
te pido con alegría,
nos concedas el próximo año,
volver a tu Romería».